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    SE CUMPLEN 35 AÑOS DEL ULTIMO ALZAMIENTO CARAPINTADA

    ULTIMO ALZAMIENTO CARAPINTADA.
    En este 3 de diciembre, Argentina recuerda uno de los episodios más tensos de su historia democrática: el alzamiento carapintada de 1990, la última sublevación militar contra un gobierno constitucional.

    Aquella madrugada, grupos vinculados al coronel Mohamed Alí Seineldín se alzaron en distintos cuarteles del país para exigir cambios en la conducción del Ejército y reclamar una amnistía para los oficiales acusados por violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura.

    El levantamiento ocurrió en plena presidencia de Carlos Saúl Menem, en un contexto marcado por el giro económico neoliberal, las privatizaciones, la apertura al mundo y la búsqueda de “reconciliación nacional” que incluyó los indultos a militares y exguerrilleros. Ese clima de tensión encontró resistencia en sectores castrenses nacionalistas, que rechazaban la subordinación a Estados Unidos y la reducción del poder militar.

    Un quiebre en la democracia reciente

    La sublevación comenzó en el Regimiento de Infantería Patricios, continuó en Boulogne, El Palomar y la Prefectura Naval, y derivó en violentos enfrentamientos con las tropas leales. El saldo fue trece muertos, entre ellos militares y civiles, además de más de trescientos detenidos. Uno de los hechos más impactantes ocurrió cuando un tanque rebelde aplastó un colectivo de la línea 60 en Boulogne.

    Mientras los medios transmitían en vivo, los oficiales insurrectos afirmaban que no buscaban un golpe de Estado, sino una “revisión” del Ejército y la liberación de los presos por causas de la dictadura. El gobierno respondió con dureza: Menem ordenó “aplastar la sedición” y ratificó la conducción civil sobre las Fuerzas Armadas.

    Tras sofocar el levantamiento, el Ejecutivo impulsó una profunda reforma militar: disolvió cuerpos de Ejército, privatizó liceos, vendió inmuebles estratégicos y aceleró la reducción del aparato castrense. Seineldín fue condenado a prisión y los episodios marcaron un cierre definitivo para la era de los alzamientos armados.

    Hoy, 35 años después, el 3 de diciembre se recuerda como el día en que la democracia reafirmó su autoridad frente al último intento de levantamiento militar, un hecho que selló la relación entre el poder civil y las Fuerzas Armadas en la Argentina contemporánea.

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